viernes, 31 de julio de 2009

Reflexiones


Ayer hablé por el chat con un amigo que es de Capital, hincha de San Lorenzo y periodista deportivo. Hacía mucho que no nos cruzábamos y abarcamos varios temas en el largo diálogo, aunque surgió uno que me convenció, mientras lo discutíamos, de que esas líneas debían ocupar un lugarcito en mi blog: tiene relación con los clásicos argentinos y la política. Primero arranque diciendo que el Falcon, el auto, es un clásico bien argento. Se fabricó por varias décadas y aún hoy es común verlos por la calle. Ese auto, además, está emparentado con los militares y su gobierno.
El Fiat Duna, agregué, es un auto peronista: el de más fácil acceso, el más vendido, el más popular. También es común verlo por las calles, muy utilizado por los remiseros y taxistas que le agregaron gas para convertirlo en más económico. El radicalismo, expuse, estaría representado por el auto de Carlos “Lole” Reutemann en la F1, el que se quedó sin nafta a metros del final en Argentina, en el año `74.

-¿Y cuál representaría a la izquierda?, preguntó mi amigo.
-Uh, no sé, es un problema, le dije.
-Yo me imagino un Gordini o un Citroen, agregó él.
-Podría ser tranquilamente. Con problemas de papeles y sucesiones. Varios compitiendo por quién es verdaderamente el dueño.
-¿Y el progresismo, que no necesita de bandera política?, lanzó Pablo.
-Paf, ni idea… ¿Un Fiat 500?, ¿un Ford Ka?, tal vez
-No, ese no sé. Es como la realidad misma, todos dicen ser progresistas tanto los de derecha como los de izquierda. Imposible conseguir un auto que metafóricamente los represente.

El golpista (hijo) de grandes porciones de tierra, coincidimos, lo representaría una 4 x 4 importada con un trailer atrás llevando un cuatriciclo y una moto de agua, camino a Pinamar.

2 comentarios:

  1. Yo creo que la izquierda no tiene auto. La izquierda va caminando, pero va a llegar. Algún día va a llegar

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  2. Ey!, yo pasé casi todos mis veranos (de hija) en Pinamar y lo único que golpeo es el mouse cuando se cansa de rodar...

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